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Alberto Castrillo nos relata
su experiencia tras recorrer en solitario
varias etapas del Camino de Santiago.
El Camino de Santiago
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No es senderismo, ¡qué va! No tiene nada que ver,
el camino que se anda es de otra clase, está en el interior.
Esa gente que se prepara tanto para hacer el camino, lo convierten
en una ruta, un GR, y no es eso.
No cuentan los kilómetros totales, ni las medias diarias, nada
de eso es importante. Lo importante es, y aquí es donde destaco
la necesidad de hacerlo solo, la convivencia con uno mismo, la interiorización
de los momentos. De los momentos de esfuerzo y de los de descanso,
de los de placer (por la vista de la naturaleza, por una comida suculenta�)
y de los de dolor (por tirones, ampollas�).
He tenido tiempo de andar bajo el sol, en Galicia este a�o también
ha hecho sol, y bajo seis horas de lluvia impenitente, y nada de eso
ha supuesto más que anécdotas. Lo más importante
es la comprensión de que lo que ocurre en el día a día
se puede hacer con otro "tempo", que vamos muy deprisa,
que concedemos el rango de importante a asuntos que son totalmente
superficiales.
Es como salirse de la autopista en la que todo el mundo corre y adelanta
y nadie mira el paisaje porque tiene la hora de llegar marcada, y
desembocar en una carreterita de las que tanto nos gustan a todos,
con miradores desde los que poder ver despaciosamente cómo
el sol, al moverse hace que la sombra baile del oeste al este, con
chiringuitos de carretera donde la gente se sienta por el gusto de
pasar el rato y donde nadie tiene hora para llegar.
No obstante me he relacionado con la gente, y eso ha sido también
muy interesante, y en algún momento yo también he buscado
compañía, de igual modo que he volado si he visto que
alguien quería hacer de mí su camino.
He tenido la suerte de disponer del tiempo necesario para haber hecho
el camino más despacio de lo que lo he hecho, pero ha salido
así, y en cuatro días he cubierto los mas de 100 Km.
que hay de Sarria a Santiago, pero el "tempo", como dec�a,
es el de cada uno. Me consta que hay gente que empezó conmigo
y llegó dos días después a Compostela. ¡Qué
m�s da!
Lo cierto es que he vuelto a la autopista
y me temo que si no quiero ser un peligro para los demás, tendré
que adecuarme a la velocidad. Pero espero que algún día
aparezca de nuevo el cartel de la desviaci�n que me lleve
a "los adentros" y bajar la velocidad y disfrutar
de nuevo del Camino.
Alberto Castrillo (5 de julio de 2005)
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