Queridos radioyentes: Como sabéis, el puerto de Navafría
(1.773 m), paso natural entre Madrid y Segovia, es un lugar casi
siempre tranquilo, donde ardillas, caballos y otros bichos moran
a sus anchas y se respira una paz fantástica.
Pero este sábado de otoño las cosas no son igual.
Pasadas las diez de la mañana, una interminable caravana
de coches, con sus potentes motores, suben el puerto desde Lozoya,
brumm, brumm, derrapando en las curvas y rompiendo la quietud habitual.
Llegan y ocupan todas y cada una de las plazas de aparcamiento.
¿Quiénes son? Vaya, son los de Haciendo Camino, ese
grupo senderista de Madrid. Ruidosos, jaleosos, indisciplinados,
descontrolados... esperemos que pronto las autoridades o la federación
les haga entrar en vereda.
(...)
Así hablaban de nosotros en las noticias de una emisora local.
Y otras cosas que prefiero no transcribir aquí.
En efecto, allí estábamos, en el puerto de Navafría,
treinta y cuatro de nosotros, dispuestos a dar un buen paseo por
la zona.
Tras presentar a los tres nuevos (Mila, Pablo y Dani) empezamos
a andar por la pista de Navalcollado, bajo un tupido pinar. La temperatura
es agradabilísima: todos en manga corta y varios incluso
en pantalones cortos. Empezamos despacito, comentando el verano:
- ¿Dónde has estado?
- Ah, ¿te gustó esa playa?
- Pues yo no he salido casi nada.
- ¿No conocías las Rías Bajas?
- ¡Qué buen tiempo nos hizo!"
Y así quien más y quien menos.
Llegamos al mirador de Navalcollado, donde hacemos una paradita
y cuatro fotos. Poco después empieza la subida, y se producen
los típicos movimientos para tomar posiciones. Por un lado,
nuestros amables médicos, Santi y Sonsoles, van vigilando
la salud del grupo. Margarita, nuestra farmacéutica, los
sigue de cerca por si necesitan algo de la botica. Prestan especial
atención a Lourdes, que suele padecer de mal de altura, así
como a los que han tenido lesiones recientemente. Una gran tranquilidad
ir con ellos y sus repletos botiquines.
 |
 |
En la cabeza destaca Cristina, que no sabemos por qué extraña
razón se pone a tirar como una loca. Preguntamos a Pedro:
"¿Qué le pasa a Cris hoy?" "No sé",
nos dice Periko más asombrado aún que nosotros. El
caso es que nos lleva a un ritmo frenético, haciéndonos
sudar la camiseta. ¿Será que quiere que esto se parezca
a un skyrunning?
Los más fuertes del grupo (Carlos, Rocío, Miguel,
Paco, Dani...) pueden mantener una conversación durante la
subida. Los demás vamos callando. Juanjo pierde, una vez
más, su pulmón derecho. Luis nos da un poco de chocolate
y Javier un revuelto de frutos secos. Francisco Javier, Efejota
para los amigos, es el que más se ríe, ironizando
con todo lo que ve a su alrededor.
A partir de los dos mil metros acaba el arbolado y aprovechamos
esta zona para que los alumnos del curso de GPS impartido la tarde
anterior hagan unas prácticas. Esta zona es más fea
pero el día está tan precioso que la recorremos con
gusto. El detalle más tierno sucede cuando vemos que Josemari
coge del hombro a Marta, su mujer. ¡Qué bonito! Aprovecho
para hacer que me duele el tobillo, parar un instante, y hacerles
una foto por detrás que evidentemente he puesto en la web.
Esta familia va a aumentar pronto.
Sigue la subida. Chus describe con mil detalles sus correrías
en Ibiza, Kris y Mila cuentan su viaje a Pirineos de este verano,
Ana nos habla de su nueva casa, Fernando B nos cuenta que ha estado
en los Picos, Virky dice que ha estado en Escandinavia buscando
antepasados, Anna que hace mucho que no escala, Marga está
un poco hartita de su hermana, Pablo controla perfectamente el GPS
mientras Efejota le dice que lo apague, Luis se cambia de sombrero
porque el otro no le cae bien, Josemari exagera lo de Carros de
Fuego, Alfredo dice que no vuelve a los Dolomitas, Miguel promete
no contar más chistes verdes hasta que vaya al Atlas y repita
la integral de La Pedriza a la pata coja, Dani (otro asturiano en
el grupo, ¿qué habremos hecho para merecerlo?) nos
cuenta cómo ha aterrizado en Madrid, la otra Ana (maldición,
pero si sin tres... qué peligro) insiste en que la proxima
ruta sea en el Vietnam.
Y al mismo buen ritmo llegamos al Pico del Nevero, 2.209 m, objetivo
del día. Primera entra Cristina, en un alarde de fuerza y
buena forma física. Segundo llega Fran, que ha intentado
coger la cabeza con un sprint final desmelenado, pero sin éxito.
Llega tan rápido a la cumbre que no calcula bien la frenada,
tropieza en un pedrusco, cae hacia adelante y del impulso da tal
cabezazo al vértice geodésico, ¡¡zacka!!,
que lo rompe y lo deja medio caído. ¡Qué bestia!
Como siga rompiendo los bienes del Estado acaba en chirona.
Después llegamos el resto, algo más relajados. Fotos
mil, en la cumbre y hacia al valle del Lozoya que tenemos a nuestros
pies, hacia el este, con el embalse de La Pinilla al fondo.
Aquí arriba se está de miedo. Una brisita nos refresca
la cara. Llega la hora de la comida, así que nos colocamos
en diversas piedras que hacen a la vez de asiento y mesa. Agradable
charleta.
- ¿De qué es tu bocata?
- ¿Queréis un poco de este fuet?
- Amelia, que no nos comes nada, hija mía
- ¿Y la fabada, Luis?
- Alfredo, no te zampes el mochuelo
- Lourdes, qué ricas estas galletitas de limón
- ¿En serio que estás a régimen?
- Paco, ¿qué pájaro es ese?
- No me creo que tú también seas de Ávila
Nos acordamos de los que no han podido venir. Por un lado Félix
el cabra y su sueca Birguitta, que están de viaje. También
echamos de menos a Fernando y Mari Luz, ella poniéndole crema
solar a él. Eunate, Miki, Alberto y Soco, Gemma, Juanito,
Pedro y Julia, Pilar, Luis, Julieta, Pedro, Ernexto, Manuel, Javichu
y Piruja, y a otros.
Un caso especial ha sido la ausencia de Yolanda la risueña,
más conocida como Yoli. El caso es que iba a venir,
pero a última hora dijo que no porque iba a la pelu
y había quedado con su amiga Susi para ir a Pinki
y comprar un modeli ya que por la noche iba a un party
con un tal Luismi. Comprendemos.
Tras la comida (gracias Periko por recoger la bolsa de basura) nos
hacemos la típica foto de grupo con banderola HC, y aprovecho
para recordar al personal que el mes que viene cumplimos tres años,
así que prepararemos una ruta un poco especial. Ángel
sugiere ir en autocar a Urbión. Suena bien. Ya veremos.
Iniciamos la bajada, esta vez siguiendo el límite provincial,
acortando respecto al camino de ida. Pasamos por la zona desde donde
se lanzan alas delta y parapentes y nos quedamos mirando un ratito.
Carlos nos sorprende: "¿Sabéis?, estas alas delta
de ahora son mucho mejores que las de antes. Están carenadas
y tienen una planicidad de 1:25, frente al 1:12 de hace unos años.
Es decir, que al planear recorren 25 metros por cada metro que descienden...".
Silencio completo. Varios segundos después reacciona el grupo.
"Pero bueno, tío, sabes de todo. Nos dejas anonadados.
Rocío, ¿siempre es así?"
Tras la aeronáutica lección seguimos bajando, ya por
el bosque, y llegamos tan contentos al aparcamiento. El GPS indica
que hemos hecho doce kilometritos, con un desnivel en subida de
más de cuatrocientos metros: no está mal. Como es
pronto decidimos tomar un refresco en Lozoya, comentar la jornada
y echar las últimas risas.
La fila multicolor de coches se pone de nuevo en movimiento y bajamos
el puerto. Aparcamos y buscamos el bar más cercano. Miguel
lo organiza todo: "Cervezas, por favor, y con sus cacahuetes
correspondientes. Y unas aceitunitas también, señorita,
que estamos hambrientos". Delfín y Javier toman la palabra
y nos hacen una propuesta matadora para futuras rutas: "Proponemos
hacer rutas más largas, para que lleguemos a casa en torno
a las once de la noche" "¿Y eso?", preguntamos
sorprendidos. "Veréis: los puntos con nuestras mujeres
lo perdemos igual, pero de esa forma nos evitaríamos ir a
la compra, bañar a los niños, preparar la cena y pasar
la aspiradora. ¿Comprendéis?". Bueno, el comité
de sabios analizará la idea. De momento no nos pronunciamos.
Entre sorbo y sorbo nos enteramos que Rafa empieza sus oposiciones
el martes, y que tras oxigenar las neuronas en esta ruta aprueba
seguro. Ánimo.
Son las cinco de la tarde. Hemos pasado un día estupendo,
con nuestros amigos andarines y en el monte. Con un sol radiante
y buenos paisajes. Buen reencuentro tras el descanso veraniego.
Toca ya volver a los madriles. Hasta la próxima.
Fer (25 de septiembre de 2005)
|