Planificamos subir el Aneto, máxima altura de los Pirineos,
por el valle de Vallibierna y la zona de Coronas, subiendo el corredor
Estasen y la parte final de la cresta de Llosars. Lo que pasó
fue bien distinto.
6 de mayo de 2006
Viaje tranquilo hasta el precioso Benasque, Huesca. Vamos Javier,
Paco, Félix y Fer. Después de comer recorremos la
pista de Vallibierna, recientemente abierta. (Cada año se
cierra por los desprendimientos de piedras, y cada año la
limpian y la vuelven a abrir.) Por un momento dudamos si llevar
tienda de campaña o vivaquear al raso, pero al final decidimos
lo primero, ya que las previsiones del tiempo no son muy halagüeñas.
Más peso, claro, pero dormiremos mejor. Así que además
del peso de lo de siempre (piolés, cuerda, casco, bebida,
comida...) llevamos sacos, esterillas y la tienda.
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Al final de la pista está el refugio Coronas, que encontramos
limpio y sin gente. Cogemos las mochilas y empezamos a subir por
un camino algo pedregoso. A los pocos minutos encontramos un cartel
(Alfredo nos lo había dicho) en la bifurcación del
valle de Llosars y el de Coronas. Aquí empieza la subida,
y notamos cada vez más el peso de las 'mochis'. Esta primera
parte atraviesa un magnífico bosque de abetos. La tarde está
húmeda, con una temperatura magnífica.
Lógicamente, hemos hecho un reparto del material común,
para que no lo lleve todo uno. Javi lleva una cuerda y casi toda
la comida. Paco, otra cuerda y material para aseguramientos. Fer
lleva la tienda. Y Félix... ¿qué lleva Félix?
Ah, sí, una barra de pan para la cena. En fin, privilegios
por ser abuelo.
Según nos acercamos al Ibonet de Coronas (2.230 m) los árboles
van escaseando. Subimos a buen ritmo, y el único tema de
conversación es el peso de las dichosas mochilas. Javi tiene
una idea para el futuro:
- Oye, se me ocurre. ¿Y si compramos un borriquillo para
Haciendo Camino? Podemos llevarlo a las rutas en el asiento de atrás
de algún coche, y luego que el pollino cargue las mochilas.
¿Cómo lo veis?
En principio nos suena bien la idea. Fer pregunta qué haríamos
con el animal entre semana, y Félix da la solución:
- Entre semana nos lo podemos turnar entre los jubilados y los que
trabajan por libre. Como Angelito, Alfredo, Ernexto, yo mismo...
Una semana cada uno. ¿Eh? Y en verano gente como Chus, o
Efejota, o Iñaki, seguro que se hacen cargo.
Los demás asentimos, contentos por este inesperado entusiasmo.
Bien, Felisuco, bien. Y seguimos para arriba.
Poco después del ibonet empezamos a pisar nieve. Pequeños
neveros. Luego una de esas pedreras horribles (pedrolos entre medio
metro y dos). Y luego, más nieve.
Dejamos a nuestra izquierda el Ibón Inferior de Coronas (ya
a 2.610 m), atravesando a media ladera una ancha pala de nieve.
Aquí sacamos un piolé, por si tenemos un resbalón
poder auto-detenernos. De lo contrarío acabaríamos
en las gélidas aguas del ibón, aún semihelado.
(No es que tengamos nada contra la higiene... pero no así,
comenta Paco.)
Más pedrera y llegamos al Ibón Superior de Coronas
(2.790 m). En total han sido tres horas y media de subida. El entorno
es precioso, al sur del imponente macizo de la Maladeta. Al oeste
vemos el pico Aragüels y al este la cresta de Llosars. Montamos
la tienda y cenamos. Empieza a refrescar y nos metemos en la tienda
pronto.
- Oye, tú, échate para allá.
- No puedo, que me empujan por el otro lado.
- Pues que se quite alguien, o se salga fuera, o que se comprima,
o que se esfume.
- ¿Qué hago con el brazo derecho? No sé cómo
doblarlo cuando me pongo boca arriba. ¿¡Qué
hago!?
- Parece que está lloviendo fuera...
A los cinco minutos de meternos en la tienda empieza a nevar, y
nevar, y nevar, y nevar... Increíble. Toda la santa noche
nevando. Sin parar ni un instante. Sólo se oye el golpeteo
de la tormenta contra la tienda y las quejas sucesivas de Félix.
- ¿Seguro que esta tienda es de cuatro plazas?
- Que sí, pesado.
- Pues yo creo que es de dos y Paco nos ha engañado...
- Anda, calla y duérmete. ¡Inútil!
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7 de mayo de 2006
Amanece. Fer asoma el ojo para ver el panorama y exclama: "Vaya
tela. Niebla. No se ve ni a quince metros." Efectivamente,
la niebla ha bajado y no se ve un pijo. Eso sí, todo está
blanco de la gran nevada. Lo que ayer tarde eran piedras ahora son
bultos blancos. Con esta niebla, imposible subir el Aneto. No lo
dudamos ni un instante (somos medio sensatos). El corredor Estasen,
al que le tenemos tanta gana, deberá quedar para otra ocasión.
Desayunamos cariacontecidos. Esperábamos otro plan. ¡Dichosa
niebla! Recogemos todo y bajamos por donde habíamos subido
el día anterior. Javi (que acaba de cumplir treinta añitos,
treinta exultantes años, un porrón menos que los de
los demás) se ofrece para bajar el doble techo de la tienda
y quitar así algo de peso a Fer. Buen chico éste.
Ahora el terreno está mucho más difícil. La
nieve ha tapado todo y no sabemos bien dónde pisamos. Javi
hace el trabajo "sucio" de ir por delante, abriendo huella.
En varias ocasiones pisa entre piedras y se hunde hasta la cintura.
Tras él va Paco, que lo tiene un poco más fácil,
aunque a veces también se cuela por alguna parte blanda.
Por detrás, Félix y Fer, que pesan menos y se encuentran
ya la huella hecha. ¡Así cualquiera!
Y llegamos a la pedrera, ahora mojada y por tanto resbaladiza a
más no poder. ¡Qué agradable! (Como diría
nuestro querido amigo Ernexto, estas son graciosas dificultades
de la vida para que no nos aburramos.) Pasamos la pedrera con un
cuidado extremo, para no patinar. El peso de las mochilas nos desequilibra
un poco. Tras el Ibonet ya todo es una senda más fácil,
aunque empinada. Llegamos al coche. Hemos hecho la bajada en poco
más de tres horas.
Guardamos todo y bajamos a Benasque, donde vamos, ¡cómo
no!, a la famosa tienda Barrabés, pequeño paraíso
de material de montaña. Fer (subiendo puntos) compra un regalo
para su mujer. Paco (neutro) no compra nada. Javi y Félix
(bajando puntos) se compran sendos pares de zapatillas para correr
en montaña. Unas Vasque con una pinta estupenda, apellidadas
'noventa euritos'. (¿Por qué quieren estos locos unas
zapatillas de skyrunning? Porque están picados. Saben
los tiempos que han hecho Carlos, Paco, Fran, Fer y José
María en la Integral de La Pedriza, y quieren batirlo. No
saben aquello de que el hábito no hace al monje...)
Y de vuelta a Madrid. Paramos en Siétamo a comprar ensaimadas
y a comernos un chuletón. Luego, tranquilo viaje a casa charlando
sobre nuestros temas favoritos.
Conclusiones
Una pena no haber hecho el Estasen y la cumbre del Aneto, pero las
condiciones no lo permitían. El sentido común no podemos
perderlo nunca. Lo que sí nos ha hecho pensar más
es el tema del peso de la mochila. Tenemos que ajustar esto mucho
más, especialmente en rutas donde haya que llevar saco y
tienda.
Y lo que está tan claro como siempre es que los Pirineos
nunca nos defraudan. Nunca. Aunque caigan chuzos de punta, aunque
siempre haya una pedrera, aunque la niebla nos chafe la ruta, siempre
lo pasamos pipa. ¡Hasta pronto!
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