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Crónica de la subida al
Cervino (Alpes)
(Julio 2006)
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Francisco Martínez
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"La pasi�n por la monta�a de un
hombre es,
ante todo, su infancia que se niega a morir"
(Fran�ois Mauriac)
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Aunque no estaba previsto dentro de nuestros planes realizar
esta actividad en este a�o, despu�s de barajar otras opciones
y al incorporarse nuestro amigo Carlos al proyecto, cambiamos
los planes iniciales y decidimos plantearnos la ascensi�n al
Cervino, nombre para los de habla latina, Matterhorn para los
no latinos, ambos igual de válidos en el ambiente monta�ero.
Fue a propuestas de nuestro amigo Óscar, que junto con
Fidel nos guiar�n en esta aventura.
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Vista del Cervino por
la arista Hornli
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Al principio nos pareci� un objetivo algo por encima de nuestras
posibilidades, pero planteamos algunos cambios en los programas
de entrenamiento, entre ellos un par de d�as de pr�cticas de
escalada en aristas de Pirineos, adem�s de intensificar la preparaci�n
f�sica para acomodarla a una actividad intensa de una duraci�n
estimada entre 12 y 14 horas y sobre terreno con una pendiente
media alrededor del 90%.
Finalmente, como Carlos no puede acompa�arnos, Fran y yo quedamos
en juntarnos en el hotel Mattsand, del pueblo con el mismo nombre,
con Óscar y Fidel que vienen desde Espa�a en la tarde
del jueves 6 de julio.
Previamente hab�amos hecho la necesaria aclimataci�n en el Dom,
en el macizo de Mitchabel, junto con nuestros amigos de Haciendo
Camino, F�lix y Fernando, que nos resultó muy intensa
y aleccionadora, con sus 4.545 mts. de altura, los correspondientes
glaciares y aristas.
Lo primero que hicimos al reunirnos los cuatro fue ver la previsi�n
meteorol�gica, 'la meteo', para los d�as siguientes, que era
cuando en nuestros planes iniciales ten�amos previsto subir
al refugio Hornli, 'Hornlihutte' en alem�n.
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La arista Hornli desde
el refugio Hornlihutte
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La tarde anterior empez� a estropearse la racha de buen tiempo
que hab�amos tenido hasta entonces desde nuestra llegada a Suiza,
y la previsi�n para el d�a siguiente era peor todav�a. Con todo
ello, y tal como hab�amos acordado, aplazamos la salida hacia
el refugio al s�bado, cuando empezaba la mejor�a del tiempo
hasta el lunes que daba un 100% de estabilidad.
El viernes lo dedicamos a confirmar 'la meteo' en Zermatt y
por la tarde, entre chaparr�n y chaparr�n, hicimos unas pocas
pr�cticas de maniobras en cuerdas fijas y montaje de polipastos
para rescates en grietas.
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Ambiente en la plaza
de Zermatt, donde se celebra la maratón
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El s�bado se cumple la previsi�n meteorol�gica, el tiempo mejora
y salimos hacia el refugio Hornli, dejamos el coche aparcado
en Tasch, cogemos el tren que nos sube a Zermatt, nos dirigimos
hacia la estaci�n del telef�rico que sube a Schwarzsee, desde
donde empezamos nuestra ascensi�n a eso de las doce de la ma�ana
hacia el Hornli. |
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Fran al llegar a Schwarzsee
en el comienzo de la ruta hacia el refugio Hornli
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El camino es muy bueno, evidente y f�cil, son frecuentes los
grupos de turistas, sobre todo asi�ticos, muchos de ellos dan
la impresi�n de ser jubilados japoneses o coreanos, con sus
formidables máquinas de fotos y de vídeo. Suben
a observar el Matterhorn desde el Hornli, las fotos de rigor,
se toman un refresco y de vuelta para abajo.
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Fran y Óscar
a la llegada a la terraza del refugio Hornli
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Una vez en el refugio y haciendo tiempo para la cena, coincidimos
con dos colegas espa�oles, de Asturias, que también quieren
intentar la ascensi�n por la Hornli. Es la segunda vez que lo
intentan, el a�o pasado se tuvieron que volver desde la caba�a
Solvay, al cambiar el tiempo y meterse un tormenta que les hizo
renunciar; tardaron, seg�n nos dicen, doce horas en bajar debido
a las condiciones de la roca y del tiempo, por eso este a�o
quieren asegurar y ante la duda de la previsi�n para ma�ana,
prefieren esperar y salir el lunes que hay más seguridad.
Nosotros entretanto, seguimos pendientes de 'la meteo' para
el domingo: seg�n parece no va a estar muy estable, hay riesgo
de tormentas a partir de mediod�a.
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Esto nos genera dudas, trazamos el plan de acci�n
con la idea de esperar hasta la hora de salir para ver cómo
est� el panorama, y si vemos que no es factible hacerlo el domingo,
tendr�amos que dejarlo para el lunes. Aunque esta opci�n que
la previsi�n da con un cien por cien de probabilidad de buen
tiempo se presenta como la mejor, climatol�gicamente hablando,
como tenemos el vuelo de vuelta el martes a las 15:30 desde
Ginebra, supondr�a tener que ascender a cumbre y descender luego
directamente a Zermatt andando si no conseguimos estar en Schwarzsee
el lunes antes de las 16:30, que es el último telef�rico
que baja a Zermatt.
Esto puede ser unas tres o cuatro horitas más, que sumadas
a las 12 o 14 del Matterhorn, puede ser terrible. Todos coincidimos:
��qué paliz�n, pero si no hay mas remedio, lo hacemos!!
Cenamos como suele ser habitual a base de pasta y carne, que
por cierto la pasta estaba incomible, estaba cruda y sus efectos
los notaríamos al día siguiente.
Preparamos las cosas, Óscar y Fidel insisten una y otra
vez en aligerar peso, sólo lo imprescindible: en la mochila
sólo crampones, agua, comida, guantes gruesos, forro
polar y la chaqueta t�cnica. Puesto, todo lo dem�s, arn�s, casco,
anillos de cinta, cabo de anclaje, frontal y guantes finos de
seda y encima unos de trabajo para agarrar bien las maromas
y las piedras.
A eso de las 3:30 a.m. se encienden las luces y nos levantamos.
Realmente no se puede decir que hayamos dormido, la tensi�n,
la altura, los nervios, etc, etc, te dejan en un estado latente
pero sin poder conciliar un sue�o profundo como ser�a deseable.
Supongo que algo tambi�n tiene que ver con ser la primera vez
que estamos aqu�, porque un gu�a alem�n que hay en nuestro cuarto
dormía plácidamente y roncaba a las mil de maravillas.
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Paco y Óscar
ya listos para iniciar la ascensi�n
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Tras el desayuno cogemos las mochilas
y, con todo el material listo, nos asomamos a la puerta del
refugio y vemos que el cielo est� absolutamente limpio de nubes,
no hace mucho fr�o. A eso de las 4:20 partimos hacia la arista
Hornli, Óscar anima diciendo 'venga chicos que hoy va
a hacer un d�a estupendo para hacer cumbre'.
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Fidel y Fran en la
puerta del refugio listos para salir hacia la cumbre
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Avanzamos siguiendo las lucecitas de las pocas cordadas que
nos preceden. En estos momentos son cuatro, nada que ver con
un d�a normal de julio, cuando seg�n nos dicen en el refugio
lo normal es que salgan más de cien personas al d�a hacia
la cumbre.
Suponemos que ha sido debido a la incertidumbre de la previsi�n.
De hecho algunos de los que el s�bado llegaron al refugio con
nosotros, ni siquiera se han levantado y esperan al lunes que
la previsi�n es más segura. En total salimos hacia cumbre
sólo siete cordadas con quince personas, sorprende ver
que un gu�a suizo lleva dos clientas, cuando se insiste en que
la relaci�n debe ser 1:1.
De los quince que partimos volveremos al refugio despu�s de
hacer cumbre sólo nueve. Dos franceses se volvieron antes
de llegar a la caba�a Solvay, otros dos espa�oles (vascos) se
perdieron en la cara este y se tuvieron que quedar en la caba�a
Solvay para continuar subiendo al día siguiente, y una
pareja de franceses se le hizo tarde en el descenso y se tuvieron
que quedar a pasar la noche en la caba�a junto con los dos vascos
para terminar de bajar el lunes.
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Ruta de entrada a la
arista. Primeras cuerdas fijas
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En unos diez minutos desde el refugio se llega al primer paso
de trepada, ya de golpe hay que montarse en la arista y empezar
a ganar metros. Hay unas cuerdas fijas que ayudan bastante a
superar este primer paso, que se hace con la luz de los frontales,
mientras, ves por arriba las lucecitas de las otras cordadas
que nos preceden.
Desde ahora y hasta que volvamos a pasar por aqu� en el descenso,
todo se pone m�s vertical y a�reo, muy a�reo: en definitiva
esto es El Cervino. Estimamos que la pendiente media es de unos
cincuenta y un grados de inclinaci�n, con alg�n paso que supera
los sesenta grados.
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Vía en los primeros
gendarmes de la arista
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Todo va a ser trepar, casi siempre sobre la misma arista, aunque
hay algunos pasos que se desplazan hacia la izquierda, meti�ndose
en la cara este para flanquear ciertos resaltes o gendarmes,
pero tambi�n en muchas ocasiones hay que superarlos y mantenerse
en la misma arista, o incluso al final te sales por la derecha
a las palas de la cara norte. |
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Salimos los pen�ltimos, Fidel y Fran
delante, cogen algo de ventaja. Óscar y yo vamos detr�s
y en poco tiempo ya hemos cogido a una cordada de dos franceses
que en el refugio daban la impresi�n de ser muy 'potentes' pero
que ahora no parecen tener mucha idea, por la forma de acometer
los pasos, la falta de t�cnica y sobre todo la forma de llevar
la cuerda, arrastrando, detalle éste que molest� especialmente
a Óscar.
Los adelantamos en una peque�a plataforma y tiramos para arriba,
para ya no volver a verlos m�s.
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Zona de trepada en
la parte inferior de la arista
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Luego nos enteramos que se volvieron antes de llegar a la caba�a
Solvay, no nos extra�a. Se cumple uno de los principios del
Cervino, hay que venir muy preparados tanto física como
t�cnicamente. No se puede venir a la ligera, a experimentar,
hay que traer las lecciones bien aprendidas y practicadas.
No vemos a Fidel y Fran, ellos han variado la ruta y siguen
más cerca de la arista. Nosotros nos hemos desplazado
m�s hacia la cara este y en pocos minutos los volvemos a tener
cerca, pero ahora vamos nosotros delante.
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Otra zona de trepada
antes de llegar a la placa Moseley
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Llevamos un buen ritmo y no tardamos en alcanzar
a otra cordada de una pareja de franceses. En este caso el chico
que va de primero parece que conoce esto bien y controla bastante
más que los anteriores, pero el ritmo que llevan es bajo,
tanto es as� que no los volveremos a ver hasta que nos los crucemos
al descender nosotros y a ellos a�n les quedaba como una hora
de ascensi�n.
Vamos progresando entre pasos de trepada en ensamble, otros
en los que es necesario escalar y avanzar a largos y otros que
se avanza en ensamble pero utilizando los anclajes intermedios
instalados, unos son cerrados a modo de gigantescos c�ncamos
(como los que se utilizan para colgar los cuadros), y otros
son una espiral abierta, 'rabos de cerdo' como los llama Óscar,
por los que el primero pasa la cuerda dando un par de vueltas
y el segundo al llegar la va soltando.
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Uno de los muchos anclajes
instalados
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Lo que hace asequible, adem�s de los seguros indicados, para
que tanta gente pueda meterse en este 'jard�n', son las numerosas
maromas que hay instaladas en los pasos cr�ticos. Si no estuvieran
instaladas, el grado de dificultad ser�a much�simo más
alto.
Te quedas asombrado al pensar que hace siglo y medio por aqu�
subiera una cordada de siete valientes escaladores dirigidos
por Whymper y los guías suizos Croz y los Taugwalder
(padre e hijo) sirvi�ndose �nicamente de sus escasos medios
y unos rudimentarios materiales comparados con los de hoy, alcanzando
la cumbre el 14 de julio de 1865 a las 13:40 horas.
Tambi�n entiendes que en el descenso se produjera la tragedia
que puso fin a la era dorada del alpinismo, en la que murieron
cuatro de los siete integrantes al tropezar, Hudson, el mas
novato de todos y empujar a Croz y a su vez a Douglas y Hadow
rompiéndose la cuerda y precipitandose por las empinadas
laderas de la cara norte.
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Seguimos subiendo Óscar y
yo. Ya no vemos a Fidel y Fran, que vienen algo mas retrasados.
Llegamos al comienzo de la placa Moseley, que está dividida
en dos partes, una inferior y otra superior, separadas por la
caba�a Solvay. Lleva este nombre en honor al alpinista americano
William Oxnard Moseley (1848-1879) que falleci� aqu� cuando
descend�a de la cumbre.
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Escalando la parte
inferior de la placa Moseley
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Esta es quiz� la parte mas comprometida de toda la ascensi�n,
no est� tan equipada como otros pasos, y es pr�cticamente vertical,
aunque con buenos agarres y alg�n que otro seguro para montar
reuniones. Hacia la mitad llegamos a la plataforma artificial
de hormig�n hecha para construir la caba�a-refugio Solvay.
Este refugio es te�ricamente de uso exclusivo para casos de
emergencia y está dotado de literas con mantas, una radio
y hasta tiene un retrete, que quieras que no, muchas veces viene
estupendamente por lo dif�cil de encontrar alg�n sitio para
hacer nuestras necesidades fisiol�gicas, y en caso de encontrarlos
resultan sumamente inc�modos y hasta peligrosos en este entorno
tan vertical.
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Escalando la parte
inferior de la placa Moseley
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Entramos en la Solvay y desde all� vemos que a Fidel y Fran
aún les queda un buen tramo de la Moseley. Llegan a la
caba�a alrededor de media hora despu�s que nosotros. Les hemos
esperado comiendo y bebiendo agua.
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Fran a la llegada a
la caba�a Solvay
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Cuando llegan vemos que Fran no trae buena cara, no ha podido
comer y beber lo suficiente durante la subida, adem�s de que
le est� haciendo efecto la pasta semicruda de la cena. Nos tomamos
más tiempo para que coma, barritas energ�ticas, frutas
deshidratadas, frutos secos, chocolate, pan de higo y beba agua,
bastante agua. Al cabo de una media hora ya reiniciamos la marcha.
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Fran recuperando dentro
de la caba�a Solvay
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Escalamos la parte superior de la Moseley. Aqu� nos mantenemos
juntos las dos cordadas hasta finalizar y llegar al hombro,
donde te asomas a la cara norte y te quedas impresionado al
ver la inmensidad de esta pared de 1200 mts de ca�da, que desde
arriba parece casi vertical. Ahora entiendes mejor que est�
catalogado como 'un de los tres problemas' de los Alpes, junto
con la norte del Eigher y la del espol�n Walker en las Jorasses.
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Escalada de la parte
superior de la Moseley
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En un peque�o, pero muy peque�o,
rellano encontramos nieve semidura y decidimos parar, ponernos
los crampones y algo más de ropa.
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Óscar en la
parte superior del hombro
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Como podemos nos colocamos, aseguramos las mochilas y dem�s
material, porque la pendiente a ambos lados es impresionante,
hay que tener mucho cuidado que no se 'pire' nada porque irremediablemente
lo pierdes.
Esto es lo que sucedi� con mi frontal, cuando al sacar la chaqueta
t�cnica de la mochila, el frontal se hab�a enganchado en la
rejilla interior y al abrirla para pon�rmela, el frontal cae
al suelo y rueda, y rueda y rueda por la pendiente de la cara
norte del Cervino, hasta que desaparece pendiente abajo, 'joder�.
el frontal', exclam� al verlo caer y Óscar responde,
'No te preocupes� d�jalo, ya da igual... no hay remedio'.
Bueno, lo consideramos como un peque�o tributo que pagamos por
nuestro paso por all�, insignificante cuando se trata de una
de las monta�as m�s bellas del mundo y la ultima cumbre de los
Alpes en ser pisada por primera vez por el hombre.
A partir de aqu� se suceden las trepadas ayudados de maromas,
imprescindibles para superar la parte mas vertical de la arista
y que desemboca en la gran pala final de la cara norte. Aún
nos queda superar estos escasos cien metros de desnivel para
llegar a la arista cimera, pero se hacen duros, la nieve ca�da
los d�as anteriores ya est� blanda, no hay mucha y se toca la
roca con facilidad, la fatiga y la altura ya empiezan a pasar
factura, el ritmo baja y nos cuesta un poco más.
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Escalando la zona vertical
equipada con maromas antes de salir a la pala final
en la cara norte
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Es aqu� donde nos cruzamos con las dos cordadas que nos preced�an,
las dos conducidas por gu�as, uno de ellos era el que llevaba
a dos clientas y el otro a una. Ambas cordadas bajaban a toda
pastilla, desprendiendo de todo. Literalmente se tiraban por
las maromas sin mirar si hab�a alguien subiendo por ellas, incluso
intentaron quitar uno de nuestros seguros para poner los suyos.
Esto nos enfad� y tuvimos que pararles para que respetaran y
dejaran libres las v�as a los que nos encontr�bamos subiendo
por ellas.
Concretamente el gu�a que llevaba a las dos clientas, materialmente
las tiraba hacia abajo por las maromas; pr�cticamente bajaban
en ca�da libre hasta el siguiente anclaje, desenvolvi�ndose
con mucha soltura. Fue espectacular verlos manejarse, conocen
cada uno de los pasos, dónde est�n los seguros, los atajos
para librarse de los cruces, independientemente de que, supongo
que como en todos los sitios, los habr� más o menos respetuosos
y educados.
Fran y Fidel se han vuelto a retrasar. Fran viene bastante castigado
y su ritmo ha bajado. Fidel le anima a continuar diciendole
'venga, vamos�, que ya nos queda muy poco�, ya estamos en la
pala final' y le tira un poquito de la cuerda que les une.
Óscar ya en las proximidades de la arista avista la estatua
que indica la llegada a ella, y dice 'venga, vamos, que ya estamos
arriba, que ya veo la cabeza del monje'.
Efectivamente, en poco tiempo la alcanzamos y vemos que en todas
las direcciones la sensaci�n de vaci� es enorme, todo est� hacia
abajo, estamos llegando a lo más alto.
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Vista panorámica
de la arista cimera hacia la cumbre italiana
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Pero a�n no hemos pisado la cumbre suiza, la m�s alta de las
dos cumbres por poco más de un metro de diferencia.
Nos montamos en la arista y caminamos en direcci�n NO hacia
la cumbre suiza. Más adelante se vislumbra la cruz que
identifica la cumbre italiana, la distancia entre ambas cumbres
es de unas pocas decenas de metros.
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Vista panorámica
de la arista cimera
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A eso de las 11:15 de la ma�ana pisamos la cumbre suiza, con
un tiempo esplendido, la panor�mica es incre�ble, sin duda alguna
el esfuerzo ha merecido la pena.
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Paco y Óscar
al alcanzar la cumbre
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Las cuatro aristas de esta monta�a
que la hacen una de las mas bellas y cuya silueta sea la mas
identificable de todas las monta�as de la Tierra, son la Hornli,
Li�n, Zmutt y Furggen.
Nos colocamos como podemos en esta angosta cumbre, y esperamos
la llegada de Fran y Fidel. Entre tanto nos hacemos algunas
fotos e intentamos identificar las cumbres m�s relevantes: el
Dom, el Monte Rosa, el Wiesshorn, el Mont Blanc a lo lejos.
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Vista de la parte suiza
de la arista cimera
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Como unos veinticinco minutos despu�s una peque�a nube se acerca
a nosotros y en pocos minutos ya estamos dentro de ella. En
ese momento adivinamos las siluetas de Fran y Fidel en el principio
de la arista. Óscar, que en ese momento tiene la c�mara,
les hace una secuencia de fotos a largo de la arista hasta que
llegan a nuestro lado. |
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Fidel y Fran llegan
a la arista final
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En no m�s de dos o tres minutos los ten�amos junto a nosotros,
nos abrazamos y nos felicitamos mutuamente. Más fotos
de cumbre, unas hacia el lado suizo, otras hacia el lado italiano.
En total hemos estado en la cumbre casi una hora y tenemos que
iniciar el descenso. Seg�n las referencias y la experiencia
de Óscar, es peor el descenso que la subida, y se tarda
lo mismo o más, con lo cual tenemos que darnos prisa
para ganar tiempo.
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Fidel y Fran en la
cumbre
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Efectivamente desde el comienzo del descenso
se percibe la dificultad. Vamos destrepando en muchos pasos,
en otros es necesario asegurar y descolgarse por la cuerda.
Es al final de la pala, al principio de la zona equipada con
las maromas para descender, cuando nos cruzamos con la pareja
de franceses que sub�an.
Seguimos descendiendo hasta alcanzar la caba�a Solvay. Aqu�
volvemos a llegar primero nosotros. Al acercarnos vemos que
salen a la puerta dos muchachos que hab�amos visto la noche
anterior en el refugio Hornli, pero no sab�amos que hab�an salido
hacia la cumbre este d�a.
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Entrada a la caba�a
Solvay
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Son vascos y su intenci�n era como la nuestra, hacer cumbre
hoy, pero nos dicen que al poco de salir se despistaron de la
ruta y se metieron en la cara este, con el consiguiente 'marr�n'
que les hizo perder mucho tiempo, algo as� como cinco horas,
y alcanzaban la Solvay a las doce de la ma�ana. Entonces decidieron
no continuar hacia cumbre y esperar all� hasta el d�a siguiente.
Como no ten�an previsto pasar la noche fuera iban con poca comida,
afortunadamente sí hab�an subido un infernillo para fundir
nieve, con una bombona de gas a la que le quedaba la mitad m�s
o menos. Les dejamos algunas barritas y parte de la comida que
llevamos nosotros.
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Vista de la arista
desde la Solvay
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En pocos minutos llegan Fidel y
Fran, les damos un poco de tiempo y retomamos el descenso. Entre
unas cosas y otras hemos estado algo m�s de media hora. Son
más de las cuatro de la tarde y a�n nos queda lo peor,
lo m�s largo, y queremos descender a buen ritmo pero sin agobios
ni prisas innecesarias.
El descenso de la placa Moseley lo hacemos uniendo las dos cuerdas
y descolg�ndonos todos menos Fidel que, al ser el último,
lo hace rapelando; es más lento pero resulta más
seguro. Esta t�cnica la tenemos que volver a utilizar cuando
nos salimos de la ruta en una de las variantes al flanquear
los gendarmes del final y tenemos que descender desde la arista
para recuperar el camino.
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Óscar destrepando
la parte inferior de la placa Moseley
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Llegamos al primer gendarme. A estas alturas ya son muchas las
horas de actividad que llevamos y resulta complicado mantener
la concentraci�n, pero hay que seguir igual, superarse y terminar.
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Los gendarmes de la
parte inferior de la arista
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A Fran se le ha acabado el agua hace alg�n tiempo
y vamos compartiendo la m�a, pero unos doscientos metros antes
de llegar al final del descenso tambi�n se nos acaba.
Finalmente mediante un descuelgue y un r�pel de sesenta metros
cogemos la senda que ya nos llevar� a las cuerdas fijas que
hay al comienzo de la arista. Ya son casi las nueve de la noche.
Han sido muchas horas de esfuerzo f�sico, pero sobre todo mental,
debido a que el ritmo en el descenso ha sido tranquilo, sin
agobios ni prisas al estar pr�cticamente solos en toda la arista,
adem�s de las paradas en la Solvay y en la cumbre, as� como
los problemas con la ruta en los gendarmes. Al final hemos empleado
unas catorce horas reales de escalada, una vez descontados los
tiempos muertos, un poco por encima de lo que marcan las referencias
que son entre diez y doce horas.
Comentamos animadamente que desde luego no hemos batido ning�n
record de velocidad en el descenso, pero el ambiente era sereno,
no hemos tenido ni una palabra más alta que otra en toda
la jornada, no ha existido ni un solo momento de tensi�n alta
y muy lejos de alguna situaci�n de p�nico. Cada uno sab�a su
cometido, hac�a lo que le correspond�a y estaba atento de los
dem�s para que todo saliera perfecto.
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Vista del refugio Hornli
a nuestro regreso
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Cuando llegamos al refugio Hornli, son algo mas de las nueve
de la tarde. Obviamente ya han cenado, pero afortunadamente
acceden a darnos un plato de sopa caliente a la que nosotros
le agregamos trozos de pan de centeno que nos entona el est�mago,
nos hidratamos todo lo que podemos, agua, mucho agua, aunque
valga más de 4 euros la botella. |
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A eso de las diez se apagan las
luces del refugio. Nosotros aún nos salimos un poco a
la calle a observar la majestuosidad de la monta�a que acabamos
de ascender, recordando y comentando sobre todo el descenso.
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Fran al regreso en
la puerta del refugio
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También sale del refugio un hormbre de mediana edad,
americano, que tambi�n ha venido a subir por la Hornli ma�ana,
con el que charlamos unos minutos y que nos pregunta algunas
cosas sobre el estado de la vía, a las que intentamos
contestar con nuestro mal ingl�s de la mejor forma posible.
Manifestaba mucho inter�s por el riesgo de caída de rocas,
a lo que contest� que sí, que efectivamente hay que tener
mucho cuidado porque suelen caer y hay que estar atentos para
esquivarlas.
La satisfacci�n es inmensa, la emoci�n enorme, todo ha salido
bien, y como en se�al de agradecimiento y reconocimiento hacia
este coloso, iluminado por esta luna llena espl�ndida del mes
de julio, que tambi�n est� presente en este inolvidable momento
en nuestras vidas, nos quedamos admir�ndolo durante algunos
minutos en silencio antes de entrar al refugio e irnos a dormir.
Entre el cansancio y los ronquidos de algunos compa�eros de
habitaci�n nos cost� conciliar el sue�o, ni con tapones para
los o�dos, obligando a Óscar, de sue�o mas sensible a
cambiarse de habitaci�n cuando la gente que sale hacia cumbre,
a eso de las 3:30, se levantaron y dejaron libres sus plazas.
Al d�a siguiente, sin muchas prisas, nos levantamos, hab�amos
quedado en que el desayuno nos lo pod�amos tomar a esos de las
ocho de la ma�ana, y as� lo hicimos. |
Antes de partir, Fran pide que le hagan los
certificados Mostpoint que acreditan como haber pisado la cumbre
del Cervino.
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Ejemplar del certificado
Mostpoint de Fran
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Revisamos, ordenamos todo el material, rehacemos las mochilas
e iniciamos el descenso hacia Schwarsee, donde cogemos el telef�rico
que nos dejar� en Zermatt. Antes de cogerlo echamos un �ltimo
vistazo hacia esta maravillosa monta�a que nos ha dejado alcanzar
su cumbre y disfrutar de un aut�ntico d�a de escalada en el
m�s puro sentido de la palabra.
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Paco echa un ultimo
vistazo de despedida
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Ya en Zermatt sólo nos queda coger el tren que nos llevar�
a Tasch, donde dejamos el coche, y desde aqu� bajar al hotel
a Mattsand donde est�bamos a eso de media ma�ana. Una ducha
relajante y a la terracita a tomar una cerveza o refresco hasta
la hora de comer. |
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Para celebrar que todo ha salido
a pedir de boca, la satisfacci�n de encontrarnos de vuelta,
todos juntos, en un entorno incomparable y 'con los deberes
hechos', nos tomamos una buena comida, esta vez sin pasta, a
base ensaladas, buena y abundante carne.
Despu�s de una larga sobremesa comentando todos los aspectos
de la actividad, lo bueno y lo malo, y cómo mejorarlo
en futuras ocasiones, nos despedimos de Óscar y Fidel,
que se trasladan a Chamonix, donde tienen previsto seguir escalando
por su cuenta durante dos o tres d�as m�s.
Al d�a siguiente iniciamos el regreso a Madrid. Ana, la due�a
del hotel, como siempre haciendo gala de una amabilidad inmensa,
se brinda a llevarnos con su coche hasta la estaci�n de ferrocarril
de St. Niklaus, desde donde partiremos hacia el aeropuerto de
Ginebra previo trasbordo en Visp.
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Fran en el tren que
nos lleva a Ginebra
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Llegamos a Ginebra, vamos a facturar el equipaje y nos dicen
que llevamos exceso de peso, �� pero si es lo mismo que al venir
!!, mientras que en Barajas pas�, aqu� no hay opci�n y toca
pagar por ello.
Nos vamos mientras que se hace la hora de embarcar a comer algo
y luego volver para pasar los controles de la puerta de embarque.
Nos sorprende que el agente que est� en la cinta de los RX avisa,
en alem�n a otro compa�ero que revise mi peque�a mochila de
mano.
Comentamos entre nosotros, "pero si ahí sólo viene
documentaci�n y la c�mara de fotos�", pues no, en el fondo de
un bolsillo aparece una herramienta multiusos, ��qué
hace aqu� esta herramienta cuando deber�a ir en la bolsa de
los crampones...!!. Y recordamos que en alguna ocasi�n de la
que nos hizo falta usarla se nos debi� olvidar dentro de la
mochila en lugar de echarla a la bolsa de los crampones. Bueno,
esperemos que la situaci�n no se complique, aunque el susto
ya nos lo hemos llevado. |
El agente la examina minuciosamente y nos dice
que la tiene que recoger y que me la devolver�n en Madrid junto
con el equipaje porque la hoja de sierra supera la medida establecida.
Bueno, si sólo es eso, no hay problema, pero resulta
que adem�s me retienen la tarjeta de embarque y me toman los
datos del pasaporte. Esto ya me preocupa a�n más cuando
va pasando el tiempo, abren el embarque y aún no me han
devuelto mi tarjeta. Pero, efectivamente a los pocos minutos
se presenta el agente y me la entrega, �uf, menos mal! Embarcamos
y para Madrid, donde llegamos a eso de las seis de la tarde
y nos espera Ana Bel�n para llevarnos a casa.
Han sido cinco d�as de fuertes emociones, de actividades muy
intensas y de momentos inolvidables que conservaremos en nuestra
memoria en un lugar destacado, sobre todo Fran, que a sus dieciocho
a�itos ya conoce lo que es pisar una de las cumbres m�ticas
del alpinismo mundial, el Cervino.
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Fran en el momento
de alcanzar la cumbre suiza del Cervino
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Sin duda ha sido preciso un gran esfuerzo en todos los sentidos
durante todo el a�o, entrenando casi a diario, saliendo al monte
todos los fines de semana, con los correspondientes madrugones,
lesiones, cambios de planes, viajes etc, etc. con el enorme
sacrificio que esto supone tambi�n para el resto de la familia.
Todo se da por bien empleado solamente por las grandes satisfacciones
y experiencias vividas y, sobre todo, regresar sin haber sufrido
ning�n percance, habiendo disfrutado del mejor ambiente monta�ero
en el mejor entorno alpino. Si a todo eso le a�adimos la consecuci�n
del objetivo, pisar la cumbre del Cervino, ya es el mejor colof�n
de este periplo alpino. |
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Óscar y Fidel
en la cumbre del Cervino
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Todo lo anterior ha sido posible en gran medida gracias a haber
contado con los inestimables servicios de Óscar y Fidel,
para nosotros los mejores, tanto profesional como personalmente.
"Todos los hombres sue�an, aunque
no de la misma manera. Los que sue�an de noche en los
polvorientos refugios de su mente, despiertan al d�a
siguiente y descubren que fue solo vanidad; mas los
que sue�an de d�a son hombres peligrosos, porque pueden
representar sus sue�os con los ojos abiertos para hacerlos
posibles" T.E. Lawrence (1922)
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Han sido once d�as muy intensos,
en lugares emblem�ticos del alpinismo, donde hemos aprendido
much�simas cosas. Para nosotros ha sido un 'Master en alpinismo'.
Por resumirlas y a título de conclusiones dir�amos:
1. Preparaci�n
Hay
que contar con una preparaci�n f�sica excelente para soportar
ascensiones y escaladas de este nivel.
Es
importante una buena preparaci�n t�cnica, y contar con soltura
en la realizaci�n de las maniobras para atravesar glaciares,
rescate en grietas, moverse en aristas, trepar y destrepar v�as
de mucho compromiso, etc, etc.
Preparaci�n
psicol�gica para desenvolverse en este entorno, de grandes monta�as,
grandes aristas, grandes glaciares�., donde todo es grande.
Todo
lo anterior redunda en que se hagan las cosas muy bien hechas,
muy r�pido y muy seguro, de tal forma que se aplique el dicho
de que 'En monta�a, la velocidad es seguridad'.
2. Actitud
Actuar
con serenidad pero con rapidez. Cuando se presenta una situaci�n
de riesgo, todo el mundo debe saber qué tiene que hacer,
no vale esperar a que los dem�s resuelvan, unos segundos pueden
resultar vitales.
3. Componentes
Seleccionar
muy bien los compa�eros de cordada, el conocimiento y equilibrio
entre los componentes de las cordadas, tanto en preparaci�n
f�sica, t�cnica e incluso experiencia es fundamental.
Dimensionar
adecuadamente los grupos en funci�n de la actividad, las condiciones,
la capacidad y conocimientos de cada uno. Evitar los grupos
numerosos.
La
sinton�a para analizar y valorar las situaciones determina que
la soluci�n adoptada sea la mejor y se haga de forma r�pida.
No se puede perder tiempo discutiendo si son 'galgos o podencos',
ni tener que demostrar y convencer de que en esta situaci�n
hay que actuar de esta o de otra manera.
Hay
que entrenar y practicar juntos durante todo el a�o y venir
con los deberes hechos y muy bien aprendidos.
En
este ambiente se manifiesta, si cabe, aún m�s que el
grupo es un ente �nico donde todos trabajan para todos, todos
dependen de todos y entre ellos se complementan, de ah� que
cuanto menores sean las diferencias entre los integrantes más
potente ser� el grupo resultante.
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4. Capacidad de adaptaci�n
al entorno
La
'meteo' manda, no forzar la situaci�n innecesariamente, informarse
adecuadamente de las previsiones para el d�a y la zona en la
que vayamos a escalar. Si la previsi�n no ofrece las suficientes
garant�as y es posible, aplazar la salida hasta encontrar una
ventana de buen tiempo que nos dé el m�ximo de garant�a
para conseguir el objetivo. Y si es necesario renunciar al objetivo,
asumirlo y aceptarlo como un aplazamiento; seguro que tendremos
más oportunidades y en mejores condiciones.
Sin
menospreciar ni infravalorar, esto no es nuestra querida pero
modesta sierra de Pe�alara en invierno, que nos sirve de campo
de entrenamiento; ni siquiera nuestros amados y entra�ables
Pirineos. Estamos en plenos Alpes, donde las grietas pueden
tener cientos de metros de profundidad, los glaciares miles
de metros de longitud y los picos otros tantos de altura, con
aristas tremendamente a�reas, con pasos muy comprometidos. Tenemos
que ser capaces de responder a estos retos con la mayor seguridad
posible.
5. Planificaci�n
Antes
de salir hay que tener muy claros los objetivos, los tiempos,
los medios necesarios, las alternativas en caso de necesidad
y sobre todo, estar preparados y dispuestos a aceptar la posibilidad
de tener que abandonar o aplazar si las circunstancias lo exigen.
No
todas las rutas en los Alpes son tan evidentes y est�n tan concurridas
como las habituales del Mont Blanc. En determinados sitios,
�pocas y/o condiciones, la afluencia de alpinistas es escasa
e incluso nula, por ello es conveniente conocer la ruta, documentarse
perfectamente y si es posible llevar el 'track' de la misma
en el GPS, adem�s de contar con mapas y br�jula. |
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