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Crónica del intento de
subida al Aneto (Pirineos)
(27-29 septiembre 2003)
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27 de septiembre de 2003
Despu�s de varias semanas preparando esta ruta, all� estamos diez
amigos (Pedro, Alberto, F�lix, Paco, Fran, Anna, Miguel Angel, Abel,
Miguel y Fernando), dispuestos a iniciar el camino hacia Benasque,
en el Pirineo oscense, para patearnos algunas de sus sendas e intentar
cumbrear el Aneto, m�xima altura pirenaica y tercera de Espa�a.
Vamos en dos coches y quedamos a la altura de Guadalajara para ya
ir juntos. Todav�a no entendemos por qu� Paco insisti� en quedar all�
y en dar una vuelta tur�stica por el pol�gono industrial. Lo que s�
es seguro es que coincidir all� con �ngel, que a �ltima hora no pudo
venir, fue una coincidencia morrocotuda y que tampoco entendemos.
Seguimos haciendo kil�metros y una primera paradita para tomar un
caf�. �Todo normal? Pues no: Aparcado vemos un coche cuya matr�cula
es justamente la anterior a la del coche de Paco. Y no s�lo eso: es
un carro mismo modelo y mismo color. Un poco obnubilados por tanta
coincidencia, tiramos para adelante, sin intentar buscar raz�n.
Comemos en Eriste (bocata al canto), y en un pisp�s llegamos al bell�simo
Benasque, pueblo monta�ero encajado en un magestuoso valle que eriza
un poco el vello. Un poco m�s adelante, por una carreterita (A-139)
que se adentra en el valle, tras dejar atrás el hospital de
Benasque, llegamos al Plan de La Besurta, donde dejamos los coches
(1.893 m).
Mochilas al hombro, iniciamos la subida al refugio de la Renclusa
(2.140 m). La de Fran pesaba s�lo 18 kilitos, y la de Paco
algo m�s. Las del resto, por el estilo. As� que este paseo lo hacemos
a toda velocidad: venimos fuertes. La niebla se nos echa encima, por
lo que no vemos nada. No nos importa: ya habrá oportunidad.
Encontramos un refugio grande y en obras, con bastante gente y unos
guardas afables. Al poco de llegar nos dan una cena estupenda y nos
quedamos charlando un rato largo (F�lix nos cuenta su mili con todo
lujo de detalles) hasta que nos apagan las luces. A dormir, que tenemos
que madrugar.
28 de septiembre de 2003
Los pron�sticos del tiempo auguraban chubascos de todo tipo, y acertaron.
Tras desayunar, y con poco convencimiento, empezamos a andar, por
si despeja despu�s. �Qu� ilusos!
Vamos equipados con GPS, alt�metro, bar�metro, mapa y br�jula. Nada
puede fallar, pero, mira por d�nde, del refugio salen dos sendas.
Complicado. �Por aqu�? �Por all�? Miguel y F�lix dicen que a la izquierda.
El GPS dice que a la derecha. Nos fiamos del aparatejo y viene el
error tecnol�gico, porque est� colocado al rev�s, y, claro, tomamos
la que no era. Fuerte subid�n, en el que que Paco nos hace resoplar,
pero contentos de andar por este preciosísimo valle.
Por mucha vuelta que Alberto y F�lix dan al mapa, aquello no se parece
en nada. Nos hab�an dicho que la ruta estaba bien marcada con hitos
de piedra, y, claro, Miguel repite sin parar: "�D�nde est�n los ositos?
No los veo. �D�nde est�s los ositos esos?". Viendo que vamos mal,
a la altura de los Ibones de Paderna, decidimos tirar campo a trav�s,
haciendo camino, que suele decirse, para retomar la ruta buena, y
lo conseguimos: enganchamos con el "track" del GPS. Uf, menos mal.
Hab�a sido un pequeño fallo para olvidar. As� es la vida. Seguimos
subiendo, y con nosotros la niebla que nos viene de abajo y de arriba.
A la altura de 2.550 m estamos metidos en la nube. Divertido,
pero no vemos ni torta. Decidimos volver, porque no tiene ninguna
pinta de mejorar.
Poco antes del mediod�a estamos de vuelta en el refugio. Decidimos
bajar a Benasque para comer e ir a la conocida tienda de monta�a Barrab�s.
Compramos unos frontales (de LEDs, eso s�, porque los de carburo se
han quedado antiguos), y comemos una paellita no precisamente valenciana.
(�A qui�n se le ocurre pedir eso?).
Como nos sobra tiempo -y lluvia-, decidimos visitar la estaci�n de
esqu� de Cerler, que est� a pocos km. Al llegar cae tal manta de agua,
que, sin bajarnos de los coches, volvemos a La Besurta, y subimos
rapiditos al refugio. Charleta amigable: Anna nos intenta convencer
de que escala mejor que Chus Lago; F�lix toma nota de la ruta Carros
de Foc (acento catal�n aqu�) que quiere hacer el verano que viene;
Fran disimula que, pese a todo, sabe manejar el GPS; y Abel m�s y
m�s p�lido cada vez que mencionamos el paso de Mahoma. Y a cenar.
Antonio, guarda y cocinero, ha preparado un exquisito plato con níscalos
y boletos reci�n cogidos. Después nos ense�a las obras del
refugio, y nos cuenta varias aventurillas de su vida. Y a dormir pronto,
a ver qué tal se nos da al día siguiente. Pero no: esa
noche Felixín y Pedrito están graciosillos, y tontería
tras tontería nos tienen riendo más de media hora. Como
re�r es bueno para la salud f�sica y mental, lo agradecemos.
29 de septiembre de 2003
Última oportunidad. Vamos a intentarlo de nuevo, y despu�s
volver a casita.
Otro madrug�n, que hoy el pron�stico es de buen tiempo. �Se ven las
estrellas! Est� despejado. Desayunamos, nos ponemos las botas, llenamos
las cantimploras, cogemos mil o dos mil barritas energ�ticas, los
frontales (en la frente, que para eso se llaman as�) y justo antes
de salir a Paco no se le ocurre m�s que decir que vamos a llevar unos
güaquitoqui, por si nos separamos en dos grupos, para poder comunicarnos.
Te-ha-to-ca-do: Fernando, t� llevas una emisora, con bater�a de repuesto
incluida. (Ups. �C�mo se maneja este parato?).
Fotito antes de partir, y rumbo al Aneto. �Alante las centurias! Esta
vez cogemos la senda buena. Y empezamos a subir, y subir, y subir...
Varios llevamos camel-bak, ese invento moderno, cantimplora con tubito,
para mantenernos hidratados constantemente. Hay que llegar al Portill�n
Superior, para pasar al otro lado de la cresta y enfilar el glaciar
del Aneto, y no confundirnos con el Portill�n inferior, ni con el
falso Portill�n, ni con el Portill�n del fondo, ni con el Portill�n
meridional, ni con el Portill�n de las narices, ni con el Pico Portill�n,
ni con la cresta del Portill�n, ni con el pluvi�metro del Portill�n,
ni con ning�n otro Portill�n que se estuviera paseando por ah� o tomando
el sol. La tecnolog�a GPS no llega a tanto. Nos pasamos de largo,
obviamente. Tras una pedrera de tres pares de portillones, a 3.035
metros de altura, Miguel se asoma por otro portill�n, que luego resulta
ser el Balcón de la Maladeta, y por el que es imposible pasar
a la otra vertiente.
Media vuelta. El Suunto de Pedro marca dos graditos de temperatura.
Los paisajes del lado donde no hay portillones son magn�ficos. A nuestros
pies tenemos el glaciar de la Maladeta. Al fondo (norte) vemos Francia
cubierta de nubes. Y en el lado hispano, monta�as y monta�as al sol,
casi todas por debajo nuestra. Desandamos lo andado, saltando entre
los pedruscos. Avanzamos lentamente, y llegamos al tan buscado y deseado
Portill�n Superior. Impresionante vista del Aneto con su glaciar a
sus pies. Ya no hay tiempo. El despiste, la pedrera, y tener que volver
a Madrid, nos hacen renunciar. No nos faltan ganas ni fuerzas. Nos
falta simplemente tiempo, que ya sabemos que es oro.
Volvemos al refugio, recogemos lo que habíamos dejado, bajamos
a los coches, y a Madrid.
El día después
¿Tristes por no haber cumbreado? En absoluto: lo mejor ha sido
la convivencia entre nosotros, las risas, andar por esos parajes,
aprender cosas nuevas. Además, como dice Alberto, "hay
más días que longanizas", así que el Aneto
queda pendiente para otra ocasión. Han sido tres días
estupendos, y eso es lo que queda en nuestro recuerdo. Cumbrear habría
sido la "guinda del pastel", pero más importante
es el pastel en sí. Y eso no nos lo hemos perdido. |
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